Respuestas para ella- parte 1

«Tenía quizás tres años y yo brincaba feliz dentro del jeep. No me acuerdo cuánto demoró don Pedro en su visita, pero mientras hablaba con mi papá, yo jugaba dentro del carro. Estaba feliz, porque en el campo no se veían carros. Yo creo que fue él – Don Pedro- quien trajo la noticia pues a partir de ahí, comenzaron a hablar de la muerte de ese señor – Jorge Eliecer Gaitán- y además a los pocos meses de su visita, fue que nos llevaron a una casita lejos de borde de carretera. Era peligroso continuar donde estábamos, tal vez por sugerencia de mi papá.

Cuando sucedió la toma de san Vicente ya estábamos en esa casa de vivientes, que quedaba en la hacienda Santa Inés. Ese día, el 27 de Noviembre de 1949 era domingo y día de elecciones, mi papá se fue al pueblo a votar, hacer mercado y asistir a la misa mayor. Más tarde, llegó el aviso a la hacienda que la «chusma» se había tomado San Vicente, y no se sabía si estaba encerrado en la iglesia o estaba muerto. Mi mamá estaba embarazada de mi hermano menor. Esa noche nos fuimos todos para la casa principal de la hacienda, allí pasamos la noche. Al otro día volvimos a nuestra casa, y encontramos al perrito sentado en el corredor.

Mi papá llegó a los tres días. También llegó la noticia de que habían muchos muertos. Él se había quedado en la iglesia durante la toma. Los que quisieron comulgar lo hicieron y las hostias que sobraron el sacerdote se las comió. El sacerdote les dio posada y les preparó avena para mantenerlos.»

El anterior es un relato que mi madre cuenta de su infancia, suceso que quedó grabado en su memoria y que relata con mucho detalle como si hubiera sucedido ayer.

Mi padre cuenta el mismo hecho de otra forma: «tenia 12 años y ya había aprendido a usar la escopeta de pistón. Para comer carne era necesario salir a cazar. Ese día me llegó Horacio al sitio donde estaba cazando palomas y me gritó: vayámonos para la casa que nos llegó la «chusma». Yo no le creía, pensé que era broma. Inclusive le dije, pues que vengan que yo los tumbo a todos con la escopeta.»

Mis padres no se conocían en ese momento pero cuentan el mismo hecho, cada uno desde su experiencia. Les marcó la vida. En esos relatos encuentro elementos en común con la lectura de dos libros que más adelante menciono y que me empujan a buscar raíces . Por esa violencia mis padres tuvieron que abandonar San Vicente de Chucurí y desplazarse a Bucaramanga.

Mis padres: repasando sus pasos

Yo también tengo recuerdos imborrables de hechos de violencia en mi país. Soy consciente de ello solo al final de mi vida universitaria y en la etapa laboral; sucesos como la bomba en las instalaciones del DAS, la muerte del candidato Luis Carlos Galán, la muerte de líderes sindicales, las pescas milagrosas en las carreteras nacionales, y mi retención por varias horas por parte de la guerrilla.

Durante mucho tiempo viví con la idea conformista de que la violencia era casi natural, que se explicaba de forma simple, era un asunto entre buenos y malos. Que la clave estaba en sobrellevarla y esquivarla. Un pensamiento egoísta que cambia cuando nace mi hija, y me empuja a la necesidad de escuchar a los viejos, buscar en los libros, encontrar algo que me explique porqué somos así, algo que me permita explicarle a mi hija el país en que nació, y también contribuir en la búsqueda de un país mejor para ella.

Esa necesidad de entendernos como país y su historia violenta me llevó a dos libros que me dieron dos perspectivas sobre el mismo problema. El primero con una perspectiva histórica, «Colombia: las razones de la guerra de Jorge Orlando Melo» y el segundo con una perspectiva cultural «El país de las emociones tristes de Mauricio Garcia Villegas». Seguramente esas dos perspectivas no agotan el entendimiento, pero son complementarias y dan luz para encontrar algunas de las razones y justificaciones de la violencia. Lo que hago a partir de estas dos lecturas, en un orden histórico, es citar ideas claves, una especie de popurrí de textos y citas relevantes, encadenadas de tal forma que me permitan contar algunas respuestas encontradas a la pregunta: ¿Cuál era la razón o la justificación para la violencia?

La visión que tenemos es que en Colombia desde la conquista hasta la fecha hemos tenido un solo periodo de violencia. La historia nos muestra que ha tenido periodos de violencia muy fuertes, pero también ha vivido largas épocas de paz.

1. La conquista

La España del siglo XV era gente apasionada por el arte, la poesía, la piedad religiosa y la guerra. Lo suyo no era el individualismo moderno de los europeos del norte, sino el medieval. Poetas, curas y soldados tomaron en España el sitio privilegiado que en otros países les correspondió a los comerciantes y a los humanistas. En la religión, los españoles anclaron su percepción de pueblo superior, de grupo humano singular y distinto, con una tarea histórica por acometer.

El cisma protestante de principios del siglo XVI, hizo de España la defensora de la tradición cristiana. la autoridad papal fue la fuente de la «legalidad» de la conquista del nuevo mundo.

La teología mundana del español ordinario dependía del siguiente arreglo de emociones tristes: el miedo al infierno; el temor a Dios, un dios que parecía del antiguo testamento; el miedo a perder la identidad por causa de los otros, de sus dioses, de sus creencias, de sus costumbres; la sumisión de las mujeres a los confesores, el desdén por los asuntos materiales; el fatalismo frente a este mundo irredimible, la desconfianza frente a la autoridad civil y frente al prójimo, el moralismo, el dogmatismo, la intolerancia, etc.

A finales del siglo XV vino el «Descubrimiento de América». La conquista fue una época de gran violencia. Los enfrentamientos armados entre grupos indígenas y conquistadores españoles y la propagación de enfermedades del viejo mundo redujo bruscamente la población original del actual territorio colombiano. Para los conquistadores la guerra contra los indios era justa y legítima, justa porque no aceptaban la predicación Cristiana y legítima porque enfrentaba y sometía a bárbaros y salvajes. Esto llevó a una clara diferenciación entre los españoles y los indios, que ayudó a conformar las concepciones racistas posteriores.

El trabajo indígena era necesario para mantener las colonias o los poblados. Por lo anterior, la idea de que los nativos podían ser esclavizados se abandonó y se remplazó por la de que los indios eran vasallos, sujetos del rey, que debían pagar tributos y a los que este podía ordenar formas serviles de trabajo. Así los indios estaban en la fase inferior de la sociedad, sometidos a la autoridad ajena. No solo perdieron sus tierras: también debieron a aceptar la cultura (religión, cultura, idioma, reglas legales y otros aspectos) del conquistador. Contrasta con lo que sucedió con los Mongoles en Asia: conquistaron militarmente pero convivieron con la cultura y las religiones de los conquistados.

¿Qué nos queda a los Colombianos de lo que heredamos de la España Clásica?

Desde la conquista hasta hoy, en muchos momentos los ciudadanos o los dirigentes del país han tratado de demostrar que existe una razón justa, conveniente o necesaria para la violencia. Es interesante ver cómo ha variado en el tiempo la justificación de la violencia. De esa herencia hay dos actitudes que hoy todavía nos acompañan: el derecho a la rebelión, y el menos precio por los diseños institucionales. Toda persona tenía derecho a rebelarse contra la ley injusta, o mejor, que a su juicio le parecía injusta. Esto viene de esa idea española según la cual la justicia es más importante que el orden y la legalidad, lo cual convierte a cada persona en un tribunal de última instancia del bien y del mal.

El racismo que se fue conformando a partir de esta situación fue una consecuencia gradual de la diferenciación original de poder creada por la conquista. No se pensaba que el indio ni el negro fueran considerados inferiores por estar sometidos, sino, más bien, que estaban sometidos porque eran inferiores, mientras que el español estaba arriba por ser superior.

De los españoles de esa época heredamos , ante todo, la visión religiosa del mundo, la creencia en fuerzas externas inmateriales que dominan nuestras vidas y los contextos en los cuales actuamos. Una visión religiosa, que aún mantiene actitudes como el fatalismo, que todo está atravesado por el pecado y por las intervenciones divinas, y que en este valle de lágrimas casi todo es irremediable.

Todo no son emociones tristes. También heredamos emociones plácidas, como la alegría, el goce, el buen humor, el optimismo. Un buen resumen de esta personalidad paradójica lo hace García Márquez cuando dice:

……somos una sociedad sentimental en la que prima el gesto sobre la reflexión, el ímpetu sobre la razón, el calor humano sobre la desconfianza……………..

En otro capítulo, durante la independencia y nuestra vida republicana, seguiremos indagando sobre las respuestas a nuestra pregunta: ¿Cuál era la razón o la justificación en esa época para la violencia?

6 comentarios en “Respuestas para ella- parte 1

  1. Avatar de Manuel Cristancho Manuel Cristancho dijo:

    Estimado EDGAR buen escrito. Por ahí esta la explicación a los males que vivimos. Herencia de quienes vivieron a «conquistar» a los pueblos nativos con la mezcla de costumbres autóctonas. Pero sobre todo la cultura del mas vivo.

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  2. Avatar de Martha Lucia Alvarez Diaz Martha Lucia Alvarez Diaz dijo:

    Estoy segura que cada personaje que mencionas en la historia de vida de tus padres, en algún momento tuvo un genuino arrepentimiento . Ningun personaje de la historia ni tu vecino del ahora tiene derecho a condenar. No se aplauden los errores porque si hay acciones que no son correctas , y destruir la vida , los sueños y proyectos de otros no es derecho de nadie, pero antes era la guerra de armas y hoy universalmente sin excluir clases sociales raza religion y sexo “ la guerra es en la humanidad la llave del libertinaje, la falta del verdadero compromiso , inclusive la perfección , el poder, el tener mas followers o el parecerse aquel .
    La guerra mas estupida que la misma guerra de armas del pasado.

    Pero que haremos? Llorar el pasado eternamente? No! Se perdona y se sigue caminando la vida por el sendero que te de la paz , tranquilidad y felicidad. Es tu vida no la de los demas.

    La humanidad es imperfecta y agrietada por eso hay que estimular a las nuevas generaciones desde el propio hogar a acercarse a Dios y a tener amor propio para poder dar verdadero amor a los demás. Todos tenemos necesidades de esperanza y que nuestros errores y los que vemos en los demàs sirvan de puente para que otros incluyendo nuestros hijos que son nuestro legado no los cometan y asi poco a poco la generacion ira mejorando.
    Un niño solo sin horientacion ni inculcacion de valores se convertirá en el adulto retrógrado y de alma primitiva sin evolution.
    La justicia eterna se mide desde la mesa del amor . Vivimos en un mundo atascado de estereotipos a ser mas que otros o parecernos a otros y esa es la guerra interior actual del ser humano abriendo puertas a la depresión.
    Hay que vivir afinándonos todos los días. Como la musica!
    Aguántale la mirada al que ves en el espejo y lo haz logrado.

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